Todo comienza con una visión clara: la de un mundo donde cada acción cuenta y donde la sostenibilidad se entrelaza con nuestro día a día. Mi historia se inicia en un pequeño rincón de mi barrio, donde veía cómo cada desecho terminaba a la deriva, afectando nuestra comunidad y el planeta. No necesitaba ser un experto para entender que algo debía cambiar.
Decidí dar un paso adelante. Empecé a investigar sobre energías renovables y prácticas sostenibles. En casa, comencé a implementar pequeños cambios: separar residuos, compostar, y reutilizar materiales. Al principio, se sintió como un camino solitario, pero pronto descubrí que no estaba solo. A través de mis redes sociales, compartí mis experiencias, mis errores y mis aciertos. La receptividad fue sorprendente; otros se unieron a mí, lanzando sus propios proyectos y compartiendo sus historias.
Cada vez que alguien me decía que sus hábitos habían cambiado gracias a lo que había compartido, sentía una mezcla de orgullo y responsabilidad. La idea de crear un impacto positivo me dio energía. Así nació ARVABE SOLUCIONES SUSTENTABLES, un espacio donde podemos colaborar, aprender y crecer juntos. La experiencia de ver cómo mis acciones resonaban en otros se convirtió en la chispa que encendió un camino lleno de propuestas innovadoras para un futuro más limpio.
No se trata solo de un proyecto; es un movimiento de transformación. Cada historia de sostenibilidad, ya sea pequeña o grande, se suma a un relato colectivo. La armonía con nuestro planeta es posible y comienza con nosotros mismos. La clave es compartir, inspirar y recordar que cada paso, no importa cuán pequeño, nos acerca a un mundo más sustentable. Juntos, podemos construir un futuro donde nuestras voces y acciones cuenten, porque al final, cada historia importa y puede llevarnos a un cambio real. Desde el inicio de mi carrera como Biólog. he estado profundamente comprometido con la mitigación del impacto ambiental en las empresas donde he trabajado. Recuerdo mis primeros proyectos en el Estado de México, donde participé en la construcción e implementación de una construcción para una cadena de supermercados. Era una experiencia gratificante ver cómo las prácticas sostenibles podían integrarse en el día a día de las empresas, y cómo pequeñas acciones podían generar un gran impacto positivo.
A medida que fui avanzando en mi trayectoria, empezó a despertar en mí un interés por tecnologías más innovadoras. Me adentré en la investigación de biometano, una fuente de energía que, además de ser limpia, permite aprovechar los desechos orgánicos. Me di cuenta de que el futuro de la energía residía en la fusión de la tradición con la innovación. La transición a prácticas sostenibles era necesaria, y contaba con el poder y los conocimientos para contribuir a ella.
Luego, la exploración de hidrógeno como energía alternativa se convirtió en mi próximo objetivo. Participé en seminarios y talleres con expertos mundiales, aprendiendo sobre motores de generación magnética y su potencial para transformar la energía que consumimos. Cada descubrimiento me acercaba a un mundo donde la energía limpia podía no solo ser una alternativa, sino la norma.
Un capítulo clave en este camino fue el desarrollo de pilas de almacenamiento de energía a través de vanadio. Me emocionaba saber que existían soluciones para almacenar energía de manera eficiente, evitando el desperdicio y garantizando el suministro adecuado en todo momento. La idea de que las empresas pudieran ser autosuficientes y sostenibles me inspiraba a seguir adelante.
En un punto, la generación de agua atmosférica se volvió otro enfoque. Integrar generadores de agua a través de los ciclos de la humedad relativa en México fue todo un desafío, pero la colaboración con expertos fue crucial. Juntos, diseñamos soluciones que permitían a las empresas no solo optimizar el uso de recursos, sino también contribuir a la conservación del agua en un país en el que este recurso es vital.
Cada proyecto, cada investigación, cada éxito, me llevó a la conclusión de que está en nuestras manos aprovechar la tecnología, la geografía y la energía de manera sostenible. He sido testigo del cambio positivo en las empresas y, sobre todo, en la sociedad. Lo que comenzó como un esfuerzo individual para reducir el impacto ambiental se ha transformado en un movimiento colaborativo en pro del medio ambiente, donde cada pequeño paso cuenta hacia un futuro más brillante para México.